Los derechos humanos y los residuos de la democracia

“Son vanos todos los esfuerzos por escapar al horror del presente en la nostalgia de un pasado todavía intacto o en el olvido de un futuro mejor” 

Hannah Arendt-

Han pasado muchos años desde la declaración universal de los derechos humanos (DDHH), sin embargo, Venezuela, el país latinoamericano que tuvo el periodo democrático más largo de la región, posee un gobierno que violenta continua e indiscriminadamente los DDHH de las minorías.

Jesús María Casal en su estudio sobre los derechos humanos y su protección, explica que estos derechos existen en un sentido amplio del término y en un sentido estricto. En el sentido amplio, “Los derechos humanos son aquellos derechos que son inherentes a la persona, y que se derivan de la dignidad humana”, mientras que en el sentido estricto, “son éstos mismos derechos pero a medida que son reconocidos y protegidos en el ámbito internacional”.

Las violaciones a los DDHH en cualquier país, jurídicamente se consideran como responsabilidad del Estado. En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos expresa que:

172 (…) Un hecho ilícito violatorio de los Derechos humanos que inicialmente no resulte imputable directamente a un estado, por ejemplo, por ser obra de un particular o por no haberse identificado al autor de la transgresión, puede acarrear la responsabilidad del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir la violación,  o para tratarla en los términos requeridos.

La persecución de la disidencia iniciada en 2002 tiene como consecuencia que hoy día existan 127 casos de personas privadas de libertad por razones políticas según la lista facilitada por  la ONG Justicia y Proceso Venezuela (JUYPROVEN) actualizada a finales de 2015. Lista en la que figuran desde dirigentes políticos opositores como el caso de Leopoldo López, hasta personas desentendidas de la política que se negaron a ser cómplices de un régimen de vocación totalitaria, un buen ejemplo sería el de la juez María Lourdes Afiuni.

Activistas de JUYPROVEN  manejan que existen dos tipos de presos políticos, por una parte los presos de conciencia, que son aquellos que están detenidos por pensar distinto, manifestarlo y ser disidencia política, casos de Leopoldo Lopez, Ceballos O Antonio Ledezma. Y por otra parte existen los presos de poder, que son aquellos que con intención o sin ella han resultado incómodos para el ejercicio totalitario del poder hecho por el gobierno, casos como los de Simonovis o la misma Afiuni.

Varios abogados defensores  de presos políticos han denunciado en repetidas ocasiones que sus defendidos están siendo sometidos a tortura, algunos casos los presos reciben torturas físicas (golpes, o amenazas), mientras que en otros casos se denuncia tortura blanca (aislamiento y desorientación). Casos muy sonados como en de Lorent Saleh, quien lleva dos años privado de libertad siendo victima de tortura blanca son un ejemplo claro de que  la centralización en una gran cárcel para todo aquel que piensa distinto, pues a pesar de que el pluralismo está amparado por la ley, ésta no le ofrece ningún tipo de garantías, teniendo así a jóvenes presos por “twittear” en un país donde las esperanzas en un cambio político real son menguantes.

Un panorama complicado

Cuando la Asamblea Nacional se tornó opositora tras las últimas elecciones, el gobierno intentó (y sigue intentando) anular sus funciones por muchos medios, generalmente alegando un conflicto entre poderes cuando la separación de poderes públicos tiene justamente esa función.

En su libro De l’Esprit des lois (El espíritu de las leyes), el cual se mantiene eternamente vigente, Montesquieu plantea que:

Es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder es llevado a abusar de él; y llega a encontrar límites (…) Para que no se pueda abusar del poder es necesario, que por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder.

Sin embargo, el manejo abusivo de las instituciones del estado, y el tiempo que gobernó con un poder casi absoluto, hace que el chavismo se sienta incómodo gobernando con limitaciones, pues no sabe gobernar de un modo que no sea autoritario y es esto lo que impulsa el no cumplimiento de las leyes.

La crisis de los derechos humanos en Venezuela está directamente relacionada con la democracia menguante, pues como escribió Hannah Arendt  en su Orígenes del Totalitarismo “Sin el totalitarismo podríamos no haber conocido nunca la naturaleza verdaderamente radical del mal”.

¿Existe totalitarismo en Venezuela? esa pregunta fácilmente pueden responderla los familiares de aquellas víctimas de tortura y violaciones a sus derechos, mientras el resto de la población no puede escucharles por estar muy ocupados buscando comida y medicamentos para vivir un día más.

 

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Acerca de Juan Luis González Díaz 97 Articles
Periodista egresado de la Universidad Arturo Michelena (UAM) y maestrando en filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Es profesor de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA), fue profesor en la Universidad Arturo Michelena y posee estudios de diplomado en Análisis Político (UCAB) y Gerencia Pública y Gobernabilidad Democrática (UCAB). Ha desempeñado diferentes labores relacionadas con la comunicación social en medios como la revista digital enfocada a temas de DDHH y sociedad civil, Alternos.la; el diario La Región del estado Miranda o el portal web, El Pitazo.

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