Hace un par de días atrás descubrimos el blog de Antonio Fernández San Emeterio y nos llamó la atención su infografía “10 Leyes de las Redes Sociales“, sobre la que se desarrolla nuestro artículo de hoy.
La infografía que nos comparte Antonio (@antoniofse) lista 10 Leyes que rigen las redes sociales virtuales. Estas 10 reglas que se formulan como consejos a los que manejan redes sociales, se listan a continuación.
- Escuchar al cliente
- Focalizar
- Primar la calidad
- Ser paciente
- Dinamizar
- Influenciar influencers
- Añadir valor
- Agradecer
- Buscar tu lugar
- Reciprocidad
Estamos de acuerdo con estas diez leyes, formuladas como consejos para aquellos que manejamos las redes sociales de marcas, corporaciones y figuras públicas; pero queremos alertar que la lista no es exhaustiva y que falta una regla de oro que debe cumplirse en los entornos reales o virtuales, y es ser honestos.
Hace poco hicimos un viaje familiar a la bella región de Chiriquí, es una zona montañosa, de clima húmedo y vegetación exuberante. Actualmente esa zona es explotada con actividades agropecuarias que surten a Panamá de muchos productos de primera necesidad. Allí también existe una industria turística, por lo que se consiguen pequeños hoteles que prestan sus servicios a turistas nacionales e internacionales. Enamorados por la oferta de un pequeño hostal de origen francés, la familia decidió aventurarse al lugar y manejar más de 8 horas para descansar y celebrar dos aniversarios. Todos teníamos la ilusión de ser atendidos por sus dueños franceses y disfrutar de una cabaña idílica, que incluía unos desayunos que honrarían la culinaria francesa. Pero al llegar, fue una desilusión tras otra: La cabaña no estaba lista y tuvimos que improvisar con un auto lleno de maletas y un bebé de dos años (no se nos ofreció pasar al restaurant, ni usar el toillet, fue una seca bienvenida). Cuando finalmente nos dieron la cabaña, ésta estaba en muy malas condiciones, la limpieza dejaba mucho que desear y no estaba adecuada a las necesidades de un niño, ni de personas adultas. La cantidad y estado de los baños no estaba acorde con la cantidad de personas que íbamos a pernoctar por tres noches. No había seguridad alguna: escaleras con peldaños de diferentes alturas y sin barandas. Pedimos cambio de cabaña a una de mayor tamaño y no lo pudieron hacer pues todo estaba lleno. Pero era evidente que la distribución de personas por cabaña no era la adecuada. Al lado de nosotros estaba una cabaña de mayor tamaño y pernoctaron una noche en ella solo dos personas. A la mañana siguiente, la desilusión se hizo más grande. No había desayuno francés. Una sola persona tuvo que preparar el desayuno para todos los residentes. Uno de los desayunos fue pancakes de caja con sirope.
En resumen, todo era “completamente diferente” a las fotografías que aparecían en la cuenta de Instagram. Nos sentimos defraudamos y adelantamos la salida del lugar, pues fuimos engañados con una oferta recibida por las redes sociales que no tenía nada que ver con la realidad. Les escribimos a la cuenta de Instagram y borraron nuestro comentario; expresamos nuestro descontento con el empleado y aún no hemos recibido respuesta por ninguna vía.
La moraleja de este cuento es que la honestidad es un valor que no debe perderse de vista nunca y debería estar de primera en cualquier lista de leyes, reglas y consejos que queramos recomendar para el mundo real o el de la web 2.0. Y si en algún momento se da un servicio incorrecto, hay que responder y tratar de disminuir el impacto negativo que un mal servicio hará en la marca.
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