En una noticia publicada por El Pitazo sobre presentación del balance de gestión del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), nos podemos encontrar con algunos datos que resultan ser bastante preocupantes: desde el inicio del año se han cerrado 78 emisoras de radio, se han usado redes sociales para generar campañas de desprestigio contra comunicadores y se registraron 207 agresiones a periodistas y medios, que a pesar de ser menos de las 255 registradas en 2021, no deja de representar un problema que deja en evidencia la fragilidad de los derechos de la sociedad civil venezolana.
Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, las amenazas y ataques contra la libertad de expresión se entienden como violaciones y derechos que tienen como víctima a los periodistas y comunicadores, es importante recordar que, como indica el deontólogo español, Joaquín Jareño, en un libro titulado Ética y Periodismo, “El propósito principal del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaz de gobernarse a sí mismos”.
La violación del derecho a la libertad de expresión no afecta únicamente al comunicador, sino que afecta por implicación el derecho de los ciudadanos a ser informados, siendo la información una herramienta indispensable para tomar decisiones desde el conocimiento y comprensión del entorno en el que nos desenvolvemos.
En ese sentido, para que exista una sociedad realmente libre, hacen falta medios de comunicación libres, esto lo desarrolla el cineasta Óscar Lucien cuando escribe en Cerco Rojo que “para que los ciudadanos de un país puedan disfrutar las ventajas políticas, sociales y económicas que consagra el Estado de Derecho, todas las instancias de poder, y en particular el Estado, deben estar abiertas al escrutinio cotidiano del pueblo”.
Cabe destacar que el para permanecer verdaderamente informados, las fuentes de información a las que debería tener acceso la ciudadanía de una nación deben ser múltiples, esto se debe a que, a pesar que los comunicadores, independientemente de sus preferencias, puedan hacer un esfuerzo por no emitir juicios sobre los acontecimientos que se abordan desde el periodismo informativo; el proceso de hacer periodismo demuestra una afirmación hecha por Jareño, y es que la noticia se construye.
Si bien el autor aclara que esto no se trata de un proceso creativo arbitrario ya que “está sometido a la exigencia de lo que es sustancial de entre lo que recibimos en términos informativos, y evitar que cualquier tipo de prejuicio desfigure el rostro inicial de dicha materia”, la relación del periodista con el mensaje es dinámica en tanto que lo recibido suele estar determinado por percepciones e interpretaciones de los datos que, pese al esfuerzo de objetividad, no dejan de ser subjetivas.
Ante esta reflexión, alguien que no consuma mucha información procedente de los medios tradicionales (prensa, radio y televisión), puede considerar que internet ofrece múltiples alternativas para que la ciudadanía se mantenga informada… y es cierto, sin embargo, es importante destacar que en Venezuela sólo el 57% de la población tiene acceso a internet, por tanto, nos encontramos con una realidad en que casi la mitad del país sólo obtiene información a través de los medios tradicionales, que trabajan bajo serios condicionantes y la amenaza perpetua de dejar de existir.
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