Un país ligeramente consumido por sus ciudadanos, los mismos que hoy huyen con la esperanza de pasar trabajo, perdón, de encontrar trabajo para vivir mejor.
-Y que se vayan todos de uno en uno, de gota en gota, que me dejen sola. Yo no los necesito, ¿para qué?, si me hacen daño, si ellos no me quieren. Si se quieren ir, que se vayan todos.- grita Venezuela, viendo a más de 2 millones de venezolanos abandonar el país solo en el año 2016 y en su mayoría jóvenes. Al parecer nadie quiere cambiar este futuro. –Volveré- dicen muchos al despedirse de sus familiares, pero la mayoría no regresa.
Los salones cada vez más vacíos, las familias a muchos kilómetros de distancia, viendo desde lejos a los que se quedan, mientras rezan porque el país un día cambie. -¿Pero qué quieren que cambie?, si la ciudadanía que ha parido la quiere dejar, dando paso a la “oportunidad”. Veamos el vaso medio lleno, también es posible explotar ese éxodo, que los que hoy se retiran, mañana vuelvan a reformar el país, comenzar desde adentro a recuperar lo que tanto dicen que se ha «perdido», no quedarse para restar, sino para sumar, y construir de a poquito el país que todos queremos, crecer desde adentro, con las uñas, pero crecer.
Y así los venezolanos han buscado su nuevo hogar, construyendo una segunda casa en muchas partes del mundo. Colombia y Brasil fueron las primeras elecciones para aquellos que no tenían mucho, pero sí bastante ganas de surgir, éste primer país volvió abrir sus fronteras en agosto de 2016, para después ponerse más severo con la entrada por carretera este año, debido a la gran cantidad de venezolanos que recibían a diario, con cifras que superan los 26 mil, según información de las autoridades colombianas publicado a través de su cuenta de Twitter.
Con Colombia ocurre un Deja vu, pues resulta que en años anteriores fueron los colombianos los que huyeron de su país por la situación económica y de violencia. Ellos encontraron en Venezuela un hogar y ahora la situación se invirtió. Por otro lado Brasil, que según la ONG Human Rights Watch, la cantidad de venezolanos se ha multiplicado, «llegando a 7.150 durante los primeros once meses de 2016» y el cual ha ido en ascenso en este mismo año.
Algunos por otro lado eligieron Europa y en particular a España, donde actualmente hay 250.000 emigrantes venezolanos, mientras que en la oficina consular española de Caracas, se habilitó un salón donde un funcionario español, desde las 8:00 am hasta las 11:30 am aproximadamente, atiende y responde las preguntas de las personas que pretenden residenciarse en España, aunque llegan a ser bastantes, como más o menos 70 personas en una misma sala esperando consulta.
Un dato curioso en todas estas emigraciones es el número de venezolanos que decide como destino a Estados Unidos, aproximadamente unos 10.221, según el centro de investigaciones Pew, que buscaron asilo entre octubre del 2015 y junio del 2016, un 168% más que entre el 2014 y el 2015, cuando 3.810 solicitaron acogerse a esa figura.
Países como Argentina, Chile, Perú y Ecuador, también han abiertos sus puertas a venezolanos desesperados, según el diario El Nacional, el segundo, en el año 2014 entregó 2.258 visas estudiantiles, 4% adjudicado a venezolanos y destacó como la sexta región con más visas otorgadas en esa categoría. Argentina por otro lado en el primer semestre de 2015 realizó 2.772, lo que constituyó una variación de 61,26% con respecto a 2014, esto se destacó en la tabla que publicó la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina, que como resultado final desde 2004 a 2015 aprobó 17.765 radicaciones.
Y así se van yendo de uno en uno, donde además se destaca la calidad de vida de las personas que se quedan en el país, para el presidente de la Asociación Venezolana de Estudios de la Población, Emilio Osorio, lo que se está viendo en el país es una «migración semiforzada ante las condiciones actuales». Lo que a su vez traerá muchas dificultades, destacando en primer lugar la ausencia de saberes y de talento: «Lo que están quedando son niños y la población adulta mayor que tiene restricciones de alimentos y medicinas; es decir, una calidad de vida, con serias limitaciones». Osorio considera que el porcentaje y la cifra no son tan importantes. Le preocupa el contenido formativo que se ha marchado: «Educar a 15.000 médicos podría significar 18 años de escuela. Son jóvenes que les costó al país y que no tiene un retorno económico para Venezuela. El retraso podría estar de 30 a 50 años».
Todos hablan de política, de unión y desunión, todos hablan de querer un País mejor, pero ahora te pregunto yo ¿Qué estás haciendo tú para arreglar este situación?, ¿Por qué pensamos que huir arreglará este escenario?, basta ya de tanta conformación, si quieres que cambie ponte a buscar la solución.
Se ha vuelto noticia de primera página la cantidad de venezolanos que han emigrado a todas partes del mundo, pero sin duda alguna muchos tomaron la decisión, arrastrados por la desesperación. No se puede ir a otro país a volverse indigente, repensemos, tracemos el objetivo, hay que estudiar el contexto, ver qué país te necesita como profesional y donde podrías empezar de cero sin ser un problema para ese mismo país.
Qué difícil es la idea de quedarse para luchar desde un lugar que no te brinda seguridad, ni estabilidad, lo sé. Donde cada vez es mayor el número de indigentes y de agresión, pero estaría muy bien reflexionar sobre esta migración masiva. Si somos guerreros a donde quiera que llegamos por ser los hijos de una nación que nos está enseñando con las uñas, ¿por qué no utilizar todo ese potencial para mejorar como país? En fin, si se quieren ir que se vayan todos.
María José Moreno
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