Envidia. No tiene otro nombre. Es envidia lo que siento por los hombres y mujeres que el 15 de octubre van a tener en sus manos la posibilidad de infligirle al gobierno una categórica derrota electoral y política.
Hace varias semanas comenté en Twitter que tenía mil razones para ir a votar en ese proceso y una sola para no hacerlo: vivo en el municipio Libertador de Caracas, donde no elegimos gobernador. He allí, entonces, la causa de mi envidia.
Y, ciertamente, es un verdadero privilegio poder hacer en esas elecciones todo lo contrario a lo que el gobierno quiere que la gente haga. Si a la jerarquía oficialista le interesa que el país descontento (que es la inmensa mayoría) no se pronuncie electoralmente, por algo será. Si la enchufadocracia promueve la abstención, por algo será. Si el Consejo Nacional Electoral se la pone súper difícil a los partidos políticos de oposición y a sus electores, entorpeciendo las sustituciones de candidatos, cerrando centros de votación y demás arbitrariedades, por algo será. Si fue separada la elección de gobernadores de la correspondiente a los consejos legislativos regionales, por algo será.
El gobierno quiere desalentar el voto opositor y generar división y dispersión en las fuerzas del cambio democrático. Pero qué bueno que, tras la materialización de consensos en varias regiones y las elecciones primarias del 10 de septiembre, la alternativa democrática lleva un solo candidato en todos y cada uno de los veintitrés estados de la república. ¡Un solo candidato!
La única manera de que el gobierno sueñe con obtener algunas gobernaciones es que el inmenso descontento nacional no se exprese a través del voto. Que el pueblo se exima de ir a las urnas electorales a castigar al causante de su creciente miseria y empobrecimiento, de la hambruna que atormenta a niños y a adultos, de la carestía de la vida y el desabastecimiento de alimentos, de los pésimos servicios de salud y la carencia de medicamentos, de la destrucción del aparato productivo, del forzoso desempleo, de la insoportable criminalidad e inseguridad, de la violación sistemática de los derechos humanos, de la criminalización de la protesta, de la cruel represión, del asesinato y encarcelamiento de jóvenes y adultos que luchan contra la neodictadura.
El 15 de octubre hay que ir a votar y aprestarse a defender el voto en las mesas y demás instancias electorales durante los procesos de escrutinio y auditorías.
Ser parte de esa victoria será, como dije más arriba, un verdadero privilegio. Quienes tengan derecho al voto, deben ejercerlo con firmeza, sin vacilaciones, en la seguridad de que la suma de todos esos sufragios configurará un tsunami electoral y político en favor del cambio democrático. Y quienes no tenemos derecho a ejercer el sufragio, como es el caso de quienes estamos registrados electoralmente en el municipio Libertador, o quienes viven en el exterior del país, podemos y debemos contribuir de distintas maneras a promover y defender la participación electoral para propinarle una soberana derrota a la prepotencia gubernamental.
Cada quien que escoja la acera donde quiere estar: en la de quienes contribuyeron decididamente a la derrota política y electoral del gobierno o en la de quienes, desde la mezquindad y la frustración, ayudaron al oficialismo a retener las gobernaciones en las garras del autoritarismo y la corrupción.
Las gobernaciones regionales en manos de la alternativa democrática darán un formidable envión a la lucha por el cambio y a la necesaria reconstrucción nacional.
¡Usted dirá!
Nota luctuosa
Han fallecido dos valiosos venezolanos de mi más profundo afecto: José Félix Ramírez y Freddy Díaz.
Ramírez, dirigente sindical y político, murió en su terruño carabobeño el 30 de septiembre, luego de cumplir 100 años de vida el 29 de julio. Fue dirigente del Partido Comunista, de la Central Unitaria de Trabajadores del Estado Carabobo y de la extinta Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV). Semanas antes de su cumpleaños tuve ocasión de conversar telefónicamente con él, gracias a su hijo Blagoev.
Díaz, profesional de la docencia, fue dirigente de la Juventud Comunista, en cuyo seno trabamos relación de compañerismo y amistad en los años 60´, y luego cofundador del Movimiento al Socialismo, de cuya dirección nacional fue destacado miembro. Fue parlamentario en el antiguo Congreso de la República y rector del Consejo Nacional Electoral. Murió el 3 de octubre.
Ambos, José Félix Ramírez y Freddy Díaz, tuvieron en común una entrega plena a la lucha por sus respectivos ideales y una vida honesta y discreta, como corresponde a hombres de su particular estirpe. Mis condolencias a sus familiares, compañeros y amigos.
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