La sociedad dual que a unos les da y a otros les quita
Mientras que para algunos la situación en la que se encuentra Venezuela imposibilita cualquier oportunidad de crecer, para otros, es el ambiente propicio para emprender. Tal como lo dice el sociólogo Edwin Cedeño, a quien tuve la oportunidad de entrevistar hace un par de años para una de las muchas tareas universitarias, “las crisis nos mueven al cambio, a la evolución”. Y es que son precisamente estas crisis lo que dentro de la evolución del ser humano, de los animales y hasta de las plantas, ha permitido que existan reajustes y adaptaciones para sobrevivir en un entorno nuevo y desconocido.
En el área de la salud, una materia distinta y una de las más importantes en medio de la crisis humanitaria que sufre Venezuela en la actualidad, la doctora Mariluz Arreaza, especialista en ginecología, nos refiere a explica que las crisis hacen que el individuo explore su creatividad e innove para seguir avanzando. Esto quiere decir que estos eventos irregulares pueden entenderse como impulsos para que la persona salga de su comodidad y se arriesgue a considerar nuevas opciones e ideas para superar esa situación y seguir subsistiendo. Considerando estas premisas otorgadas por dos expertos muy distintos entre sí, ¿será posible entonces el emprendimiento en Venezuela?
El emprendimiento es un concepto que se entiende como aquél proyecto que se desarrolla con esfuerzo, enfrentando problemas y dificultades para alcanzar un objetivo determinado. Para algunos puede ser increíble pensar en emprender, cuando existen cada vez más venezolanos que no tienen qué comer y recurren a las bolsas de basura de casas y restaurantes, que no pueden costearse zapatos nuevos mientras los viejos ya no soportan un remendado más; o que sencillamente no consiguen manera de sobrevivir al día a día sino mendigando por las calles, porque es a eso a lo que los ha llevado el país, con su eterna inflación, su delincuencia y sobre todo, su pérdida de valores.
Pero para otros, ha sido un reto a enfrentar. Quienes deciden emprender en Venezuela son personas arriesgadas, que asumieron el reto poniendo toda su determinación en un proyecto, muchas veces abandonando cualquier otra responsabilidad (como los estudios o trabajos en donde sólo eran empleados) para aventurarse a construir su propio negocio. Hacerlo requiere de una gran inversión económica, préstamos bancarios o colaboración de amigos y socios. Es una decisión difícil, llena de incertidumbre y pánico a fracasar. Y sin embargo, ha sido posible para unos cuantos.
En la zona central del país, Caracas, Carabobo y Aragua, se han instalado nuevas marcas y empresas de todo tipo; hamburgueserías, dulcerías, cafeterías, artículos pop, ropa… y todos los que han logrado establecerse en el mercado e incluso expandirse a otros estados y ciudades, tienen algo en común: la innovación. El emprendedor debe ser capaz de reconocer las debilidades de los competidores y las necesidades de los consumidores para generar una estrategia distinta en su empresa. Y en el caso del venezolano, que consume con la vista, más aún. Con solo mostrarle algo distinto, algo a lo que nunca antes tuvo acceso o que sólo vio en otros países (porque siempre se quiere lo que está en otros países antes que en el propio; gracias, transculturización), inmediatamente lo querrá y hará lo posible por tenerlo. Incluso si debe reunir por meses o reajustar su presupuesto, buscará la manera de conseguirlo.
Es una nación con ideas duales y valores encontrados. En Venezuela, todo está dividido por la mitad: la política, los valores, la ética… Y la sociedad. Unos todavía intentan actuar bien, otros se han sumado a la corrupción y la “viveza criolla”. Unos invierten todo para emprender, otros no tienen para costearse siquiera en una comida al día. Unos mendigan para comprar algún pan con el cual desayunar, otros gastan sin piedad en lo primero que les llamó la atención. Y estos últimos son el mercado al que los emprendedores se dirigen, porque saben que aún en medio de la crisis, las personas necesitan distracción, necesitan ser partícipes de algo distinto, necesitan romper con la rutina y la cotidianidad y salirse del esquema de sacrificios y recortes en el que se han visto obligados a participar. Esas son las urgencias que el emprendedor reconoce en sus potenciales clientes y lo que aprovecha para ofrecerles, al precio que requiera, lo que buscan.
Entonces, ¿es posible emprender en Venezuela? Por supuesto que sí. El asunto está en si es viable; porque eventualmente la inflación seguirá aumentando, los precios de los productos también, y tarde o temprano, serán cada vez menos quienes puedan costearlos. El problema está en si limitar el emprendimiento a Venezuela, o comenzar a pensar en cruzar fronteras a las cuales expandirse. Porque sí, las crisis permiten evolucionar y crecer. Pero luego es necesario avanzar, y ese es un tema distinto. La hipótesis ya no es si es posible emprender en nuestro, porque está claro que se puede, pero ¿es posible avanzar, crecer y lograr la realización personal en Venezuela? Lo que inevitablemente nos lleva a otro planteamiento: ¿Emigrar o resistir? esa es la cuestión.
Be the first to comment