Ideología y terror como forma de gobierno en la Venezuela contemporánea

“Contempló el enorme rostro. Le había costado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella oculta bajo el bigote negro. ¡Qué cruel e inútil incomprensión! (…) Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano”

-George Orwell-

Hace unos días dialogaba con Winston Smith, me encontré con que estaba extraordinariamente bien conservado, supongo que es el precio que deben pagar todos los personajes de ficción, la imposibilidad de una muerte definitiva, o del transcurso del tiempo natural en sus vidas. La relación dialógica con un libro de las características de 1984, resulta especialmente amena cuando los contextos sociales y las disposiciones emocionales nos invitan a la conexión. Salía del metro de Caracas, donde escuchaba repetir una y otra vez un mensaje en la neolengua del discurso oficial, para encontrarme en la salida con una foto de un nuevo Gran Hermano, también con bigote negro y mirada vigilante, igualmente con una sonrisa de motivo indeterminado.

La lucha perdida contra sí mismo,  la enajenación total del individuo, es algo que para Hannah Arendt es fácilmente visible en los regímenes totalitarios, en su prólogo a la tercera parte de su obra “Orígenes del Totalitarismo” deja ver su preocupación ante el hecho de que, a pesar de la evidente criminalidad de estos mandatarios, basan su legitimidad inicialmente en el apoyo de las masas, convirtiéndose así en una estructura amorfa, unida en torno a un líder por quien existe culto a la personalidad, cuyas actividades no son reguladas por un partido, sino por una policía política que se encarga de la eliminación de los enemigos objetivos del proyecto, personas inocentes que se saben “delincuentes sin delito”.

Al hablar sobre “El movimiento totalitario”, Arendt sostiene que, una vez superado el cerco de la libertad de expresión, o más puntualmente, “libertad de opinión”, el régimen totalitario opta por sustituir la propaganda con el adoctrinamiento y el uso de la violencia, “no tanto para asustar al pueblo como para realizar constantemente sus doctrinas ideológicas y sus mentiras prácticas”.

Éste es otro punto donde nuestra experiencia puede asemejarse con la vivida por Winston Smith en la novela de Orwell, así como en 1984 nos sorprende la existencia de un “ministerio de la paz, encargado de los asuntos relativos a la guerra, o un ministerio del amor,  que se ocupaba de mantener la   ley y el orden; en Venezuela, nos encontramos las “Zonas de Paz”, las cuales tienen su origen en un enfrentamiento entre fuerzas policiales contra grupos de delincuentes, tras lo cual se determinaron estas zonas, como producto de una negociación llevada a cabo entre el gobierno venezolano con las bandas delictivas en el año 2013 según un reportaje de la BBC. El proceso tenía la finalidad, según la versión oficial, el desarme y desmovilización de la delincuencia, a cambio de lo cual el gobierno les proveería de empleos.

Sin embargo, en el mismo reportaje se afirma que la versión ofrecida por la policía del estado Miranda sería que el régimen venezolano le cedería el control de esos espacios a las bandas, producto de lo cual, los funcionarios policiales no pueden ingresar a esas zonas para llevar a cabo sus operativos, resultando así la Paz, un pacto territorial, que permite sostener la paz entre policías y delincuentes a cambio de la total impunidad del crimen en estas zonas.

Otro factor que le resultaría muy familiar a un personaje de Orwell, es el Viceministerio de la Suprema Felicidad Social del Pueblo, encargada de la gestión de las “misiones sociales”, que son programas promovidos por el Estado, mediante los cuales el gobierno regala o vende cosas a sus simpatizantes, originalmente por medio de listas, y en tiempos recientes, mediante el “Carnet de la Patria”, mecanismo implementado por medio del cual se pretendió, regular el precio de la gasolina (se vendería subsidiada a portadores del carnet, mientras que quienes no lo tuviesen deberían pagar a precios internacionales”, y otros objetivos, que el gobierno no ha podido cumplir. El “Carnet de la Patria”, que nació con el claro roll de funcionar como medio de segregación o discriminación política, quedó únicamente para la distribución de “bonos”, esto es, dinero regalado por el gobierno a sus simpatizantes, generalmente depositados en sus cuentas en los días festivos.

El día 12 de noviembre del 2019, Nicolás Maduro, decretó, como ha hecho en años anteriores con discutible aplicación, el inicio de las “Navidades Felices” pero como semejante regalo puede resultar indiferente, optó por asegurar su implementación por medio de un mecanismo de terror, la presunta entrega de más de 321 mil fusiles a la “Milicia Bolivariana”, que es, un cuerpo de la Fuerza Armada venezolana conformado por civiles simpatizantes del régimen, es decir, que el decreto de las navidades felices estará garantizado por el patrullaje de chavistas civiles armados.

Arendt explica cuando se refiere al terror como forma de gobierno que éste, “como ejecución de una ley del movimiento”, no busca el cumplimiento del bien de un grupo de individuos, sino de lo que el régimen que lo emplea llama “bien común” por medio de su respectiva ideología, es decir, el régimen totalitario “elimina al individuo en favor de la especie, sacrifica las partes en favor del todo”.

El aislamiento es susceptible al terror, el individuo aislado se enajena de sí, es de ese modo que progresivamente el régimen totalitario se fortalece, no se hace necesario amar al Gran Hermano, basta con vivir tranquilamente ante su omnipresencia cotidiana.

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Acerca de Juan Luis González Díaz 99 Articles
Periodista egresado de la Universidad Arturo Michelena (UAM) y maestrando en filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Es profesor de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA), fue profesor en la Universidad Arturo Michelena y posee estudios de diplomado en Análisis Político (UCAB) y Gerencia Pública y Gobernabilidad Democrática (UCAB). Ha desempeñado diferentes labores relacionadas con la comunicación social en medios como la revista digital enfocada a temas de DDHH y sociedad civil, Alternos.la; el diario La Región del estado Miranda o el portal web, El Pitazo.

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