Las mentes libres se castigan bajo tierra

«Me van a derrotar cuando yo sienta odio en mi corazón» -Lorent Saleh-

Con el paso de las horas sus oídos estaban ligeramente tapados, sin embargo fue invadido repentinamente por una sensación de extraña calma, el atronador sonido de los rieles del metro había cesado. Él se encontraba sentado, su mirada perdida oscilaba entre las paredes blancas y las baldosas negras del suelo, no pensaba en nada, no había nada en que pensar, entendió al transcurso de algunos minutos que el significado del silencio era el fin de la jornada del Metro de Caracas a las once de la noche, faltaban, quizás, tres cuartos de hora para cumplir un día más en La Tumba.

Las celdas de La Tumba solían ser las bóvedas de un banco según declaraciones ofrecidas por Yamile Saleh, la madre del preso político Lorent Saleh. Asimismo hay cámaras y micrófonos en todas las celdas para vigilar detenidamente cada movimiento de aquellos que se encuentren recluidos en un sótano 5 bajo las calles de Plaza Venezuela.

Las horas pasan lentamente dentro de las celdas individuales de dos por tres metros con un orificio en la reja gris por donde les suministran alimentos a los reclusos sin que estos sepan diferenciar si se trata del desayuno o la cena. Según la madre y los abogados del joven, Lorent solo pudo ver las luz del sol seis veces durante un lapso de cuarenta minutos en los primeros seis meses de detención.

Desde el 2007, año en que fundó el movimiento «Operación Libertad», Lorent emprendió una lucha pacífica en la que denunció en reiteradas ocasiones violaciones a los Derechos Humanos, y exigió constantemente la liberación de los presos políticos sin saber que se convertiría en uno el 4 de septiembre de 2014, cuando fue detenido por las autoridades colombianas y entregado en la frontera a funcionarios el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), en un procedimiento irregular en el que no le permitieron contactar a sus abogados ni fue informado de las causas de su detención. Gabriel Valles, quien es su compañero en la ONG fue entregado al día siguiente.

La ansiedad que sentía aumentó cuando escuchó el sonido de las llaves, habían pasado apenas tres horas desde que tocó el timbre que le indicaba al oficial su deseo de ser llevado al baño. Se sentía desesperado, sin embargo tuvo que ser sometido a la revisión habitual antes de ser trasladado. Desde hace tiempo ir al baño era otro mecanismo de tortura, el dolor era muy intenso, recientemente evitaba consumir líquidos para no tener que someterse a esa sensación, sus abogados llevan más de dos años solicitando una atención médica que nunca llegaba, solo le quedaba resistir… ¿o no?

El 20 abril del 2015 hubo algo que no era normal, el preso se encontraba muy flaco y pálido desde hace días. Los funcionarios corrieron a la celda del joven que presuntamente intentó quitarse la vida, poco a poco la tortura blanca empezaba a mostrar sus frutos. El aislamiento y el frío constante, la situación  de incomunicación, y las imponentes paredes blancas nublaron la mente del dirigente estudiantil que posteriormente diría a sus abogados que su proceder se debía a no saber si seguía vivo. Ya no recordaba el sabor de la comida ni el olor del aire puro, habitualmente lloraba pensando en que quizá nunca podría salir de la tumba, pensando en que después de todo, quizás ya estaba muerto.

Los días pasaron lentos, después de sus cortadas empezaron a flexibilizar ciertas cosas en el régimen penitenciario de Lorent y Gabriel; les permitían ingresar lápices para frenar el daño  progresivo en su vista, los jóvenes activistas fueron registrando sus vivencias día tras día, Lorent escribía poemas, Gabriel hacía dibujos; poco a poco, fueron humanizando La Tumba, un centro de tortura blanca ubicada cinco pisos bajo las calles de Caracas.

Lorent dio su último bocado a la comida insípida acompañada con agua… nunca hubo bebidas alternativas, ese día solo bebió la mitad, el ruido atronador de los rieles del metro había cesado, había llegado el momento de descansar, otro día había llegado a su fin.

26 meses duraron Lorent y Gabriel enterrados vivos cuando salieron del infierno que vivían bajo tierra, ahora se encuentran recluidos en El Helicoide, donde en reiteradas ocasiones han sido sometidos a torturas físicas, sin embargo, la posibilidad de poder comunicarse con otras personas es algo que han logrado apreciar.

El joven Saleh ya no es el mismo, frecuentemente se siente atormentado por un gran ruido, la suma de los sonidos de diferentes conversaciones le atormenta, aún recuerda el silencio y aún no ha recibido atención médica a pesar de las constantes solicitudes presentadas por sus defensores. Actualmente evita la ingesta de líquidos porque siente dolores al orinar.

Lorent y Gabriel cumplieron tres años presos desde que Juan Manuel Santos, violando los pactos internacionales de Derechos Humanos, entregara a dos jóvenes exiliados a las manos de las autoridades de un país donde eran perseguidos. Yamileh Saleh, la madre de Lorent ha denunciado en diferentes oportunidades que Santos entregó a su hijo a sus verdugos.

Juan Gonzalez Díaz 

@gonzalezdjuanl

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Acerca de Juan Luis González Díaz 99 Articles
Periodista egresado de la Universidad Arturo Michelena (UAM) y maestrando en filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Es profesor de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA), fue profesor en la Universidad Arturo Michelena y posee estudios de diplomado en Análisis Político (UCAB) y Gerencia Pública y Gobernabilidad Democrática (UCAB). Ha desempeñado diferentes labores relacionadas con la comunicación social en medios como la revista digital enfocada a temas de DDHH y sociedad civil, Alternos.la; el diario La Región del estado Miranda o el portal web, El Pitazo.

2 Comments

  1. Y cuando veo la gente caminar como si no pasara nada me siento extraño, me siento un inmigrante sin visa, sin derechos…excelente narración Juan, al leer tus escritos regreso a mi país…gracias

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