Simón Bolívar
La nación está herida lleva sobre sus hombros unos vestigios grisáceos en su historia: represión, hambre e ignorancia son apenas algunos puntos que se mencionarán. Este país se ha escrito con sangre de guerreros que dejaron su pellejo por el suelo patrio aquel que un día los vio nacer.
Venezuela es un lugar mágico, de grandes recursos naturales y un sinfín de empresas que han aportado su capital para invertir en éste lugar del caribe, hoy debe ver como su potencial social se desvanece entregado a banalidades, vaguedad, intolerancia, dejadez y desidia; esperando un milagro del cielo que les resuelva todos sus problemas, una sociedad que pide un cambio político sin antes cambiar sus mentalidades ni abandonar el individualismo.
Barroso en su libro Autoestima del Venezolano, democracia o marginalidad; expresa que el gran daño que el venezolano le ha hecho a su patria es haberse sumado a trabajar para sí mismo y no para ayudar a sus compatriotas.
Basta andar por las calles de una localidad inundada de basura para escuchar el grito de un país que desea un cambio más allá de lo político, un cambio social, una especie de «reseteo» de la mente de sus ciudadanos, oír las quejas de la madre que llora a su hijo al saber que la delincuencia le impedido vivir, de los niños que perdieron a sus padres y hoy hurgan en la basura buscando un pedazo de pan para saciar su hambre.
Parafraseando a T.S. Eliot en su informe sobre cultura presentado en el libro La Civilización del Espectáculo de Mario Vargas Llosa, donde sostiene que, para que la cultura de una sociedad pueda cambiar esta deberá empobrecerse hacerse cada día más superficial, el venezolano ha crecido bajo la queja, bajo las dádivas ya que a eso fueron acostumbrados esperando que el otro hiciera para luego ellos seguir. Y es aquí donde me surgen diversas interrogantes ¿será que merecíamos llegar aquí? ¿Una vez en éste punto en el que se encuentra la nación, realmente su sociedad entenderá que debe cambiar su manera de pensar y edificar algo nuevo en su mente?
Llevados por el esnobismo que impone el mundo olvidaron lo que realmente era importante, construir un país desde su base social mientras son arrastrados al abismo. Deben cargar su cruz a cuestas con una cultura marcada por el maltrato, la violencia, los vejámenes de invasores que quisieron adueñarse de esta noble tierra.
El venezolano ha crecido esperando que algún día llegue un milagro del cielo que resuelva todos sus males, sin llegar a percatarse que es en ellos mismo donde debe nacer la solución a sus problemas. Hoy debe entender que está llamado a ser parte de la solución y no del problema, a sumar y no restar, comprender que caminando junto a su conciudadano es como alcanzarán salir de la situación calamitosa como nacionales todos sin mezquindad ni pretensiones individualistas, exigiendo a sus gobernantes y a su vez proponiendo soluciones para hacer un país de todos y para todos por igual.
“Yo escribí un libro con el oído puesto sobre las palpitaciones de la angustia venezolana”.
Rómulo Gallegos
Nota del autor: con éste escrito no busco crear odios ni desavenencias, al contrario, busco sumar voluntades a una causa Llamada Venezuela. Así y solo así saldrán adelante, ojalá algún día lo entiendan…
Por ultimo evocaré las tres palabras que marcaron la Revolución Francesa en 1789
«libertad, igualdad y fraternidad»
Marcos Ojeda
Lenin cada vez mejor, asi se hace hermano, te felicito…
Hijo felicitaciones muy bueno y real éste articulo. Ojalá llegara a las mentes y los corazones de la gente de esta patria.