Hace buen tiempo que no escribo una opinión pura, es decir una disertación no noticiosa sobre un tema de actualidad. El tema que quiero tratar en estas líneas es uno que tiene gran importancia en todos los aspectos de la vida humana. La tolerancia.
La inminente necesidad de ser tolerante está ligada a nuestra humanidad, y al carácter social de esa humanidad. El hombre está “condenado a vivir en sociedad” y al ser la única especie deliberante sobre la tierra es normal que todos pensemos diferente. Recuerdo vagamente a un profesor que decía “donde dos personas piensan igual hay una que no está pensando”.
Últimamente hay diversos factores que deberían ser de unión, que por la mala conciencia ciudadana y el fanatismo han acabado por segregar nuestra sociedad. El deporte, el arte y la política son ejemplos claros.
En los años recientes hemos sido testigos de algo hermoso, ese boom de la selección vinotinto tras el cuarto lugar en aquella copa américa del 2011. A partir de ese punto el fútbol nacional cobró un enorme interés en la población, los estadios de futbol nacional se llenaron por primera vez en nuestra historia futbolística contemporánea. Pero no faltó mucho tiempo para que ese factor derivara en segregación y violencia.
Históricamente el Caracas FC y el Deportivo Táchira han tenido barras bravas y un poco violentas, pero con ese boom vinotinto se le sumaron las del Deportivo Anzoátegui, Zamora FC y Deportivo Lara. Las rivalidades deportivas generalmente son divertidas… ¿Quién no se burla del perdedor de un Caracas Magallanes así no sea fanático de ninguno?, ¿Cuál es el problema entonces?… que los enfrentamientos de barras han terminado con personas heridas. Puedo recordar tristemente que el hermano de Arizmendi fue herido de una puñalada cuando fue a ver a jugar a su hermano cuando éste formaba parte del Anzoátegui.
Esto nos lleva a preguntarnos ¿si la música y el deporte, tan aparentemente mansos generan disputas de esta naturaleza… que queda para la política?
Esta aparente intolerancia de la Venezuela del siglo XXI, puede explicar que tengamos tantos años gobernados por un gobierno que no entiende la democracia y que por ende no la aplica.
(Antes de seguir hago un paréntesis para recordar que existencia de elecciones plebiscitarias sin una posibilidad real de alternancia no es sinónimo de democracia)
Un gobierno que mantiene a más de trescientos (300) presos políticos, de los cuales la mitad son considerados presos de conciencia (que la única razón de la privativa de libertad no es otra que pensar diferente) no se puede llamar democrático, y mucho menos uno que habla de “guerra de poderes”
El principio de la independencia de poderes, forma parte de las democracias republicanas, y tiene la finalidad de limitar los poderes y no existan los poderes absolutos que puedan conducir al abuso de los mismos.
La hegemonía del narcicismo-leninismo chavista, en los años recientes hace ver a los gobernantes como un factor negativo el hecho de que no puedan abusar del poder absoluto que ejercieron durante 15 años.
Esto los obliga a sentarse a negociar con la oposición si quieren seguir gobernando el país por vías constitucionales. Oficialismo y oposición se han encontrado en un constante diálogo de sordos en el que ninguno cede en sus posiciones, mientras que el país se hunde cada vez más en una crisis social sin precedentes.
Venezuela necesita más que nunca de la tolerancia. De que aprendamos a pensar juntos, debatir y vivir juntos pensando diferente, porque justamente en la diversidad radica la belleza de ser humanos.
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