El que llega de último, compra primero

Viernes, 7:42 pm

-¡Corre, ahí vienen los guardias!-Alguien grita mientras que por la calle lateral izquierda del supermercado llegan de sorpresa patrulla y motorizados de oficiales uniformados y encapuchados.

-¡Fuera! ¡Desalojen el área! ¡Vamos!-Grita uno de los encapuchados mientras se baja violentamente de una de las motos con su armamento en mano.

Una niña llora desesperada buscando a su madre, las personas se dispersan en diferentes direcciones. Uno de los uniformados agarra a un hombre que está cerca de él y comienza a golpearlo con el rolo. Luego lo levanta del suelo y lo mete en la patrulla.

– Por las buenas señores desalojen el área, por resolución nacional está prohibido pernoctar en las afueras del establecimiento- Advierte uno de los guardias a través de un parlante- Por favor retirarse y regresar mañana a las 6 am para comprar los alimentos regulados.

Los militares se montan en las patrullas y se retiran. La muchedumbre corre hacer la cola nuevamente.

Viernes 9:55 pm

Todos aplauden, al parecer algún individuo desconocido ha manifestado que las autoridades dieron permiso para permanecer en la cola., Detrás, una chica de sweter azul, jean y zapatos deportivos entabla una conversación. No es la primera vez que se queda de un día para el otro para poder comprar los productos, a sus 19 años ya tiene dos bocas más que alimentar, solo espera que mañana vendan harina, arroz y pasta. Por lo menos ya no se tiene que preocupar por conseguir los pañales porque el menor de sus hijos ya avisa cuando tiene ganas de ir al baño. Entre anécdotas relata que el padre de sus hijos la engaño con su propia hermana mientras estaba embarazada del menor.

-Voy a dormir un rato, me despiertas cuando vengan los guardias-Dice mientras agarra unos cartones he improvisa una incómoda cama en el suelo-Ellos siempre vuelven dos o tres veces durante la madrugada.

Aun es Viernes 11:27 pm

La chica de sweater azul sigue dormida, Delante, un señor no se cansa de hablar. Relata que salió del trabajo directo al supermercado para apartarle la cola a su esposa.

-Salí de la casa a las 4 am porque hoy pegaba con primero ¡Estoy mamado! pero salí de la empresa directo para acá porque van a vender a los terminales de cédula 1 y 2, y a mi mujer le toca mañana. Este gobierno nos tiene pasando trabajo vale. Recuerdo que en la cuarta república mi mama me mandaba a la bodega de la esquina a comprar con una locha y conseguíamos de todo.

De repente las patrullas vuelven aparecer.

-¡Fuera de esta mierda! ¡Vamos!- Grita uno de los guardias del pueblo, al mismo tiempo que dispara al aire en repetidas oportunidades.- ¡Vamos maldita sea, ya les dije que se fueran de aquí!.

Todos corren alterados, varias personas se esconden entre árboles. Un chico trata de esconderse en el monte pero es sorprendido por uno de los motorizados. Corre hacia la derecha y luego a la izquierda.

-Párate ahí si no quieres que te quiebre- dice el parrillero que va en la moto.

-No me mates pana por favor- Dice el chico mientras corre nervioso para evitar el ataque del funcionario.

Pufff. Le dispararon. El bolso tricolor que llevaba en la espalda, vuela en mil pedazos por el aire y el muchacho cae al suelo. ¿Lo mataron? No, gracias a dios le dispararon con perdigones. El encapuchado se baja de la moto y se dirige hacia el joven. Solo esta adolorido. Lo meten a la patrulla y se retiran. La gente vuelve a correr como loca nuevamente para agarrar los primeros puestos.

Sábado 03:08 am

Aparecen los guardias, otra vez. Algunos corren, la mayoría permanece en sus puestos.

-¡Gloria al bravo pueblo! que el yugo lanzo…-Canta la gente con valentía.

Los guardias se quedan mirándolos, se ríen con malicia y deciden retirarse. Las personas aplauden.

Sábado 6:14 am

Más de 1.500 personas esperan que el supermercado comience a laborar, con la esperanza de poder comprar algo de comida después de una larga noche. Varias personas discuten porque algunas personas quieren colearse.

Un muchacho de sweater naranja, pantaloncillos jean que le llegan a las rodillas, gorra blanca de “OBEY” con manchas de suciedad y chancletas fucsias dos tallas menos de la que le corresponde, se acerca con actitud sospechosa a una mujer que se encuentra al final de la cola kilométrica y que acaba de llegar hace 10 minutos.

-Hola mami ¿Qué más?, mira te tengo un puesto pa’lla’lante, estas casi en la puertica mami, pero eso si yo te hago la vuelta si tú me das la mitad de lo que compres.

La mujer acepta porque sabe que si se queda al final de la cola lo más probable es que pase todo el día esperando a pasar al supermercado o que se vaya a su casa con las manos vacías.

Antmar Quevedo

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