El primer día del mes de septiembre se realizó una de las marchas más grandes de la historia contemporánea. Un sector de la población criminalizó la convocatoria acusando a los líderes de oposición de golpistas y conspiradores. Sin embargo el desarrollo pacífico de la marcha (que alegró a muchos y decepcionó a otros), desmonta la tesis del “golpe de estado” llamando a interrogarse sobre ¿Cuál fue el objetivo de la Toma de Caracas?
Descartando la tesis golpista y en vista de que no se anunciaron las fechas del referéndum revocatorio solicitado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), eso invita a plantear que el objetivo de la oposición venezolana no fue más que volver abrir una puerta, una que estuvo abierta y se cerró de golpe por no ser debidamente manipulada.
En febrero del 2014, se inició un ciclo de protestas bajo el nombre de “La Salida”, que pretendía demostrar el descontento de la nación con la crisis que se vivía en aquel momento y disminuir la legitimidad del recién electo presidente Nicolás Maduro.
El ideal de la salida fue inicialmente pacífico, sin embargo, tras encontronazos y enfrentamientos, dicho ciclo de protestas se transformó en manifestaciones de calle con una expresión más violenta que recibieron el nombre de “guarimbas”. Durante estas actividades que reciben su nombre de la mala pronunciación de “war in back” (guerra en la espalda), los llamados “guarimberos” trancaban calles con barricadas construidas de materiales improvisados que pudiesen llevar en sus mochilas.
La oposición se dividió en aquel entonces entre el sector más pacífico que apoyó el dialogo en Miraflores, y el sector que decidió apoyar a las guarimbas, sector que se fue desvaneciendo a medida que la represión fue apagando la llama de la rebelión. Así se cerró la puerta de la salida, cuyos grandes errores fueron la violencia y la división.
Si bien se puede observar un cambio discursivo importante en relación a la MUD del 2014, es posible que la agenda de movilizaciones presentada el 1 de septiembre, no sea más que una versión más organizada y mejor pensada de “la salida”. Esta vez la oposición no promete la renuncia de Maduro, ni un cambio inmediato de gobierno, esta vez se aferra a la figura del revocatorio.
Las salidas del 2016
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela vigente, estipula tres posibles formas de cambio de gobierno antes de que culmine el periodo presidencial. La primera, es la tan solicitada pero aparentemente inalcanzable por la oposición venezolana renuncia del presidente de la república.
Otra alternativa fue la propuesta en su momento por Henry Ramos Allup en su posición de presidente de la Asamblea Nacional (AN). Una enmienda constitucional que una vez aprobada por la AN permitiría recortar el periodo presidencial de seis a cuatro años, obligando a hacer elecciones presidenciales en 2017. Dicha medida fue tomada y aprobada, sin embargo el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano declaró inconstitucional esta medida.
Agotadas las posibilidades anteriormente mencionadas, todos aquellos venezolanos que busquen un cambio político rápido han de aferrarse a la única posibilidad restante. El Referéndum Revocatorio. Sin embargo una de las características de esta garantía constitucional es que si se hace antes del cumplimiento de la mitad del periodo presidencial, el vicepresidente cumplirá las funciones de la presidencia durante los 20 días que transcurren antes del llamado a elecciones presidenciales.
Pero de cumplirse la mitad del periodo, el vicepresidente gobernará el resto del periodo presidencial. Esta característica de la figura constitucional, y la tardanza de decisión que ya se ha vuelto para muchos una característica de la oposición venezolana, ha convertido el cambio político aclamado por la población en una carrera de obstáculos. La carrera que la MUD corre para agilizar el proceso antes de la culminación del año 2016, saltando sobre los obstáculos institucionales impuestos por el gobierno, como han demostrado serlo los especialmente pacientes representantes del Poder Electoral, y un TSJ que imparte justicia (e injusticia) cada vez más distante del estado de derecho.
¿Alguna conclusión?
En ocasiones puede resultar poco ético hacer conclusiones sobre un acontecimiento en desarrollo, sin embargo está bastante claro que la tardanza en la decisión (o indecisión) de tomar el revocatorio como única vía política para el cambio, complica en buena medida el panorama para quienes desean un cambio, sin embargo, la voluntad de revocatorio mostrada en Caracas el 1 de septiembre puede hacer que lo que aparentemente es imposible, ocurra.
Así mismo el oficialismo cometió uno de los peores errores estratégicos de su historia al hacer una convocatoria para el mismo día, pues el bajo flujo de personas en la Avenida Bolívar fue una demostración de la debilidad del poder de convocatoria oficial, que pudo resultar contraproducente para quienes siguen afirmando ser “los amigos del pueblo”.
El evento de recolección de firmas para completar el 20% requerido por la Constitución, puede convertirse en el catalizador de los cambios que está buscando la mayoría de los venezolanos.