Del cielo a la tierra es la diferencia entre ser sancionado por un gobierno extranjero y serlo por el gobierno de tu propio país.
Que decenas de jerarcas venezolanos, entre civiles y militares, hayan sido incluidos en listas negras por Estados Unidos y Canadá representa para esas personas impedimentos y restricciones en el territorio de esos estados o para la realización de operaciones mercantiles y otras transacciones con ciudadanos o entidades de esos países.
Cada país determina las condiciones para que un extranjero ingrese, permanezca, mantenga propiedades y negocios dentro de su territorio, lo cual es inherente a la soberanía y autodeterminación de las naciones. Los gobiernos del fallecido Hugo Chávez y de Nicolás Maduro cerraron la entrada o echaron del país a extranjeros que les resultaban incómodos.
Ninguno de los hombres y mujeres de la cúpula chavista sancionados podrá turistear o tener bienes y negocios en EUU y Canadá, lo cual lejos de ser una tragedia parece ser motivo de regocijo para ellos, como lo han declarado públicamente. Han dicho sentirse orgullosos y honrados de estar en esas listas.
¡Pero hay que ver lo que significa para muchísimas otras personas ser sancionadas en su propio país!
Se trata de compatriotas atropellados de mil maneras por el gobierno y amenazados permanentemente de nuevas y mayores penalidades en su propio espacio territorial, patrimonio de todos los venezolanos. Su delito: pensar, expresarse, disentir, protestar, denunciar, manifestar, quejarse, patalear y votar distinto a como la casta gobernante pretende que lo hagan.
Son millones las víctimas del insulto, la descalificación y la burla oficialista por no profesar, rendirle culto y adoptar la ideología y fraseología chavista. Desde hace rato que estas personas fueron sancionadas por el odio oficialista y tachadas de “apátridas”.
¿Cuántos hombres y mujeres no han sido sancionados con despidos injustificados en sus empleos como servidores públicos por no vestir de rojo, asistir a marchas pesuvistas y aclamar a la cúpula gobernante?
Si usted es opositor o sospechoso de serlo, está sancionado con la prohibición de protestar en el municipio Libertador, so pena de ser reprimido, encarcelado y hasta asesinado.
Si vive en zonas o viviendas con apariencia de no ser afectas al oficialismo, está sancionado con no acceder a los alimentos a precios regulados que comercializa el gobierno.
¿Es usted militar o tiene vocación de ser oficial del Ejército, la Marina, la Aviación o la Guardia Nacional? Está sancionado: jamás ingresará, será ascendido ni podrá mantenerse en la carrera militar si no recita cada día y a cada momento la humillante verborrea dizque revolucionaria y chavistoide.
Sancionados han sido miles de empresarios y productores de la ciudad y del campo que no se arrodillan políticamente al oficialismo y cuyas fincas, empresas o propiedades han sido invadidas, confiscadas, expropiadas, multadas, amenazadas, extorsionadas, intervenidas, asfixiadas, quebradas o cerradas por efecto de las políticas oficiales o por acción de retaliaciones y prácticas irregulares de agentes gubernamentales.
Si usted es militante o dirigente político, está sancionado con el riesgo de ser inhabilitado o apresado a capricho del gobierno, incomunicado, torturado física y psicológicamente, no recibir atención médica, ni medicamentos. Puede ser inocente y recibir la boleta de excarcelación de un juez, pero no saldrá en libertad hasta que a Miraflores le dé la gana.
Postularse a un cargo público por un partido opositor tiene múltiples sanciones: será víctima de todo el aparato del estado, incluido el árbitro electoral, cuyas autoridades harán todo por anular su postulación, impedir la sustitución de candidatos, cerrar o esconderle los centros de votación a sus electores y garantizar impunidad al obsceno ventajismo de los candidatos oficialistas. Si aún así usted gana por abrumadora mayoría, sigue sancionado: tiene que juramentarse ante una entidad írrita e inconstitucional y, pagado ese peaje, ver cómo la neodictadura le recorta las competencias y el presupuesto a la gobernación o la alcaldía que usted ganó. Y por si fuera poco, le nombran un gobernador o alcalde paralelo con muchos más recursos que los que quedan a su disposición.
Si es diputado a la Asamblea Nacional no tendrá salario, ni inmunidad parlamentaria, ni podrá viajar en líneas aéreas nacionales. Tampoco aprobar ninguna ley, porque el ilegítimo Tribunal Supremo la neutralizará.
Sancionados están los medios de comunicación que no rinden pleitesía a Miraflores. Jamás recibirán publicidad oficial y estarán siempre expuestos a represalias, al cierre o el despojo de su concesión y de sus equipos.
Imposible sentirse honrado y orgulloso de ser sancionado en tu propio país.
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